Marshall es un chico guapo de veintitantos años. Acude tímidamente al departamento de policía para presentar cargos. Dylan, el policía que le toma declaración, suele sentirse más cómodo trabajando sobre el terreno. Así que le dice de una manera muy directa y sin demasiado contacto: "¡Estás muy bueno!". Entendiendo la indirecta, Marshall se traga la porra del policía. Allí mismo, sobre el escritorio, en plena sede del departamento de policía, el policía caliente utiliza a la víctima, pero no del todo sin su consentimiento.